Inicialmente iba a titular este post “Miedo al realismo”, pero creo que hablar de rechazo sea quizás más adecuado que hablar sobre miedo. Hace un tiempo publiqué un post titulado “El realismo en los videojuegos no existe”, en el que básicamente hablaba sobre la imposibilidad de una correspondencia total entre una experiencia de juego y la realidad que vivimos.
En efecto, hay títulos que simulan muchas de las acciones que llevamos a cabo a diario de forma cotidiana, como comer, trabajar e ir al baño (caso de ‘Los Sims’, por ejemplo), pero una traslación completa de la realidad a un videojuego no existe ni debe existir. Sería un maldito aburrimiento.
Ahora bien, el realismo, como bien sabemos, tiene varias caras. En el caso del que os hablaba anteriormente nos centramos en el realismo enfocado a la simulación de acciones reales, pero el rechazo hacia el realismo del que os quería hablar se refiere al que se nos transmite de forma visual.
Los desarrolladores y ciertas compañías, en su continua experimentación y búsqueda de técnicas que les permitan crear entornos y modelos lo más cercanos a la realidad, están dando una serie de pasos que en algunas ocasiones llegan a ponerle a uno los pelos de punta. El caso más claro de esto es el sistema Cinema 2.0 propuesto por AMD, gracias al cual se pueden obtener modelos en 3D en tiempo real como este que ya vimos:
Alguien dijo algo muy cierto en los comentarios del post donde pudimos ver esas capturas mostradas por AMD, y es que todo esto genera una especie de rechazo al imaginar esta técnica aplicada a los juegos más violentos.
Es decir, el realismo gráfico que buscamos en los videojuegos tiene un límite. Queremos que gráficamente los escenarios y los personajes se parezcan lo máximo posible a la realidad, pero sin llegar a ser totalmente fotorrealistas, sobre todo en el caso de los modelos que representan seres humanos. Queremos seguir teniendo esa sensación de que estamos manejando personajes generados por máquinas, no personajes que puedan pasar por personas reales.
Pongamos como ejemplo un título como GTA, que en su cuarta y última entrega hasta el momento muestra un apartado gráfico sobresaliente pero que dista mucho de ser fotorrealista. Imaginemos que las personas que pueblan Liberty City tienen un aspecto tan realista como el de la señorita de ahí arriba en vez del que lucen ahora. No deja de ser incómodo pensar en el efecto que tendrían las barbaridades que se pueden cometer en ‘GTA IV’ si el aspecto de esas personas fuera real.
Sabemos que es un videojuego, sabemos que nuestras acciones en él no tienen nada que ver con nuestro comportamiento en nuestras vidas, pero los gráficos tienen un papel fundamental a la hora de hacer de separadores entre el rechazo y la aceptación de determinadas acciones violentas.
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